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A 28 años del asesinato de "Ana
María"
El sordido episodio de la carretera sur
Mélida Anaya Montes nació el 17 de Mayo de 1929 en el pequeño poblado de Santiago
Texacuangos, en la zona central de El Salvador. Fue profesora de educación
media, subdirectora de la ciudad normal “Alberto Masferrer”. Se doctoró en
ciencias de la educación en la
Universidad de El Salvador en donde impartió clases en la
década de los sesenta. A finales de esa década se convirtió en una de las principales dirigentes de la
asociación gremial ANDES 21 de Junio y condujo las huelgas de profesores de
1968 y 1971, que pusieron en serios aprietos al gobierno del coronel Fidel
Sánchez Hernández. Precisamente en 1970, el ex secretario general del Partido
Comunista Salvadoreño, Salvador Cayetano Carpio fundó el primer grupo
guerrillero de El Salvador: Las Fuerzas Populares de Liberación-Farabundo Martí
(FPL). A mediados de los años setenta, Mélida Anaya Montes, llevó el gremio
magisterial al Bloque Popular Revolucionario, BPR, frente de masas de las FPL.
El BPR protagonizó huelgas, tomas de templos y embajadas,manifestaciones
callejeras y toda la turbulencia que presagiaban la guerra que iba a sacudir al
país en los años siguientes.
La comandante
Fue hasta en los primeros años de los ochenta cuando se dio a conocer
públicamente que Mélida Anaya Montes, no sólo era dirigente del gremio
magisterial, sino también la segunda responsable de las FPL, con el nombre de
guerra de Comandante Ana María. Para ese momento su organización junto al Ejército Revolucionario del
Pueblo, ERP; Resistencia Nacional, RN; Partido Revolucionario de los
Trabajadores Centroamericanos, PRTC, y el Partido Comunista Salvadoreño, PCS,
se habían unido para formar el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
FMLN.
Salvador Cayetano Carpio, se había curtido desde mediados del siglo pasado,
como líder del sindicato de los panificadores. Desde muy joven se enroló en las
filas del pro soviético Partido Comunista, la organización más antigua de la
izquierda salvadoreña, de la cual llegó a ser su secretario general. Salvador Cayetano Carpio era delgado, bajo, ojillos achinados bajo gruesos
lentes de miope y una hirsuta barba que le daba un aire al mítico Ho Chin Mhin,
el líder comunista de Vietnam. En los sesentas en el partido Comunista había dos tendencias que generaban
amargas pugnas: Una era comenzar la lucha guerrillera y la otra era continuar
penetrando sindicatos, cooptando partidos legales e infiltrando la fuerza
armada. Esta última era la línea que apoyaba el Partido Comunista de la Unión Soviética,
principal padrino de todos los partidos afiliados al Movimiento Comunista
internacional. Carpio rompió con el Partido Comunista, cuando se impuso la línea de Moscú
apoyada por Schafik Jorge Handal, que se convirtió en el nuevo secretario
general del PCS. Carpio, junto a otros militantes que lo apoyaban fundó en 1970
las FPL. En realidad esta organización sustentaba los mismos principios
ideológicos del PCS, incluso su admiración por la URSS. La diferencia
estaba en los métodos de lucha. Nada más.
La pugna
Como primer responsable de las FPL, Salvador Cayetano Carpio adoptó el nombre
de “Comandante Marcial”. Era un hombre de ideas básicas y con un fanatismo más
propio, de algunas sectas que de una organización política. A veces tomaba
decisiones motivado más por el rencor personal, que por estrategias militares. Un ejemplo de ello ocurrió cuando en una manifestación del BPR, en mayo de
1979, fue abatida a balazos la profesora Emma Carpio, hija de Marcial.
Enfurecido, Marcial ordenó el asesinato del ministro de educación Carlos
Herrera Rebollo, quien fue ametrallado, cuando se dirigía en automóvil a su
despacho en el centro de San Salvador. El FMLN estaba convencido de que la revolución triunfaría en enero de 1981.
Incluso sus principales jefes, que dirigían la guerra desde Managua, donde los
sandinistas les habían dado elegantes residencias ubicadas, la mayoría, en la Carretera Sur,
tuvieron amargas discusiones por el reparto de ministerios.
Sin embargo, la ofensiva del 10 de enero de ese año, no fue la final, sino la
inicial de una guerra que se prolongaría hasta enero de 1992. Luego del fracaso
de la ofensiva la mayoría de jefes guerrilleros impulsaron la idea de proponer
al gobierno una amplia negociación para poner fin a la guerra y establecer un
Gobierno de Amplia Participación integrado por representantes de sectores de
toda la sociedad. Sin embargo Marcial, rechazó esa estrategia. Sostenía que se debía luchar
hasta el fin para establecer un gobierno con hegemonía de los obreros y
campesinos y que la única negociación posible era la que llevaría a “rendirse
al ejército y a la burguesía”. En enero de 1983, la mayoría de jefes
guerrilleros de las FPL, liderados por Mélida Anaya Montes, se puso en contra
de las extremas posiciones de Marcial.
En el fondo ambas posiciones querían el mismo objetivo: utilizar el mecanismo
de diálogo y negociación con el enemigo como un arma para ganar espacios
políticos mientras se hacía la guerra. La diferencia estaba en las formas de
impulsar la estrategia y en las desconfianzas ideológicas hacia los potenciales
aliados de “la burguesía”. Marcial, a quien en las FPL se le rendía un verdadero culto, estaba herido en
su amor propio. Sus posiciones estaban siendo derrotadas no sólo por las demás
organizaciones del FMLN, sino por sus mismos compañeros de la FPL, la organización que el
creó para “hacerle la guerra a los ricos y darle el poder a los pobres”. Su
liderazgo estaba siendo desplazado por el de la comandante Ana María.
Decidió entonces ingresar a El Salvador, para tratar de conquistar adeptos a
sus posiciones en los jefes guerrilleros y cuadros intermedios, y para no
perder el control de la organización. Primero haría un viaje a Libia en abril
de ese año, y desde allí, usando los mecanismos clandestinos viajar a El
Salvador.
La conspiración
Antes de su partida, Carpio sostuvo en Managua varias reuniones con Rogelio
Antonio Bazzaglia Recinos, comandante “Marcelo”. Según lideres de las FPL, en
esas reuniones Carpio ordenó a Marcelo el asesinato de Mélida Anaya Montes. Marcelo, quien en ese momento tenía 29 años, había ingresado a las FPL
siendo apenas un adolescente. Era uno de los más jóvenes miembros del Comité
Central y un hombre incondicional de Marcial. Cuando Carpio partió para Libia,
Marcelo reunió a un grupo de combatientes de su más absoluta confianza: Julio
Armando Sosa Orellana, alias Efrén; Santos Andrés Vásquez Molina, alias Jacinto
y Walter Ernesto Elías, alias Francisco. Marcelo, al ordenarles el “ajusticiamiento” les dijo: “Ana María ya no es
compa, ella planea desprestigiar la personalidad revolucionaria del comandante
Marcial y llevar al plano público las divergencias políticas internas”. Les
ordenó evitar a toda costa hacer disparos y les informó que el personal de
seguridad de Ana María estaba enterado y que actuarían de manera coordinada. El crimen se llevó a cabo el 6 de abril. La fiscal del caso, la abogada
Ninoska Arguello, expresó en su acusación que la muerte de Mélida Anaya Montes
“fue provocada por ochenta y un punzadas, siendo degollada posteriormente”. La
autopsia reveló que había rastros de semen en la víctima, pero se descartó
totalmente que los victimarios la hayan violado. Se supone que poco antes del asesinato, la comandante había tenido relaciones
sexuales con un amante desconocido.
El suicidio
Marcial fue informado telefónicamente del asesinato de Ana María. El nueve de
abril regresó a Managua para asistir a los funerales. Hasta ese momento la
comandancia general del FMLN y el gobierno sandinista acusaron a la Agencia Central de
Inteligencia CIA, de haber perpetrado el crimen. El New York Times, de esos
días, muestra una foto del sepelio de Ana María, en donde aparece un preocupado
Marcial, en medio de los comandantes sandinistas Tomás Borge y Daniel Ortega. El mismo día de los funerales fue apresado Rogelio Bazzaglia, por agentes del
Ministerio del Interior nicaragüense. El 12 de abril los agentes nicaragüenses
habían capturado a todos los participantes en el asesinato. Un día antes, dijo un comunicado del Ministerio del Interior, Bazzaglia declaró
que “su acción le había sido orientada por Salvador Cayetano Carpio”. Ya en el
juicio Bazzaglia se retractó de esta afirmación. El diario Barricada de Managua, informó que “al conocer las declaraciones de
Bazzaglia Carpio se negó a comentarlas, no negándolas, ni aceptándolas y
sumiéndose en un silencio absoluto”. Marcial, de hecho, ya estaba bajo arresto
domiciliario, desde la misma noche del nueve de abril. Ese día 12 de abril, emisarios del ministerio del Interior llegaron a la casa
de Carpio, en la
Carretera Sur y lo acusaron directamente de haber ordenado el
asesinato. Le pidieron que renunciara a su cargo de comandante y que sería
trasladado a un destino que no se ha podido precisar. Algunas versiones
sostienen que entre los emisarios estaba el mismo ministro del Interior Tomás
Borge. Testimonios de militantes de las FPL que pidieron no ser identificados, indican
que cuando los emisarios se fueron, Marcial pidió a su mujer, Tulita, que le
preparara un par de huevos fritos. Mientras ella cocinaba él se encerró en su estudio a escribir dos cartas, una
dirigida a las jefaturas de las FPL y el FMLN y otra “al pueblo salvadoreño”.
Luego tomó una pistola de cuatro bocas, que le había regalado el fallecido ex
hombre fuerte de Panamá. Omar Torrijos y se disparó directo al corazón. Si el suicidio fue inducido o, como lo afirman otros, se trató de un
ajusticiamiento llevado a cabo por sicarios, la muerte de Marcial marcaba un
macabro dueto con la de Mélida Anaya Montes en los alrededores de la Carretera Sur.
* El autor es
editorialista de El Diario de Hoy. Este artículo está basado en las
siguientes fuentes: transcripciones del proceso que tuvo lugar en el juzgado
segundo del distrito el crimen en Managua en 1983. Comunicados del FMLN y la FPL emitidos entre abril y
diciembre de 1983. Artículo de Adolfo Gilly aparecido en la revista Nexos de
México en abril de 1984 y testimonios de antiguos militantes de las FPL, que
pidieron al autor no ser identificados.